Consejos e ideas pedagógicas

Padres de mis alumnos:

Cualquier duda que tengáis al poner en marcha los consejos o ideas que propongo ya sabéis que podemos hacer tutorías y resolverlas, como siempre hacemos en consulta.

Los Pedagogos orientamos, es una de nuestras funciones, así que antes de llevar a cabo mis propuestas si tenéis dudas o problemas, decidme para que pueda guiaros.

Suele ocurrir en nuestro día a día que pasamos rato y rato intentando explicar a los niños lo que deben hacer y qué pasará o no, si realizan aquello que les pedimos. Siempre damos por sentado que entienden nuestras largas explicaciones y discursos una y otra vez, y así es, pero con un simple dibujo como este entienden mucho mejor, de una forma más sencilla y rápida aquello que les queremos trasmitir, viendo en un segundo lo que va a suceder en muchas horas.

En el ejemplo vemos como si la niña hace los deberes, sus padres estará contentos y le quedará toda la tarde para jugar, pero si por el contrario escoge la opción enfadarse y no querer hacer sus tareas, sus padres se enfadan, no habrá rato de juego, y encima...¿No veis algo que se repite en las dos opciones? sí, tendrá de igual forma que hacer los deberes. 


Pues lo dicho, si acompañamos una explicación oral con un apoyo visual, aquello que queremos transmitirles siempre será más fácil que lo comprendan.

Lo importante es ser consecuente con lo que les hemos explicado. Si decimos que no hay juguetes hasta que no se realicen los deberes, no hay juguetes hasta que no realicen las tareas, pues si cedemos ante los deseos o pataletas de nuestros niños nunca entenderán ni dónde están sus límites ni quién es realmente el que manda en casa.


Hay niños a los que les cuesta mucho trabajo seguir y cumplir las rutinas del día día. Bueno, continuando con la idea de que a pesar de entender muy bien oralmente aquello que les decimos, todo lo visual es un gran apoyo que facilita enormemente la comprensión, pues en una hoja queda perfectamente reflejado el antes y después, podemos utilizar el modelo que os propongo para que vean en un vistazo todo su día. 

Podéis colorear, por ejemplo, la rutina que más problema os ocasiona o aquella que queréis anticiparles (el colegio, el día que tienen una actividad extraescolar específica, etc), eso ya al gusto del consumidor. Yo lo que sí suelo hacer es emplear el margen izquierdo para colocar el lugar en el que ocurren las acciones (casa, colegio, calle) y en el derecho las propias acciones (desayunar, lavarse los dientes o acostarse)

Para trabajar las normas de casa, conductas que queremos que se conviertan en hábitos o aquellas conductas que queremos modificar, además de las explicaciones oportunas y de los refuerzos que empleemos cuando los niños las lleven a cabo, está bien este tipo de apoyo visual que les recuerde y ayude en el seguimiento correcto de los pasos de aquello que queremos que realicen. 

En el primer ejemplo trabajamos la rutina de poner la mesa, cada hermano por edad un objeto diferente,el llevar al final de la comida el plato al fregadero y lavarse los dientes. Hemos coloreado aquello importante (cubiertos, servilleta y cepillo de dientes)

En la segunda queríamos que este niño consiguiera llevar su ropa al cesto de la ropa sucia y no esparcirla por el pasillo llamando la atención de sus padres, por lo que le realizamos la secuencia y coloreamos el cesto, poniendo al final a su familia contenta.


Por tanto, para instaurar un hábito, marcar una norma o modificar una conducta debe quedarle muy claro al niño lo que le estamos pidiendo, ayudarle a realizar la acción hasta que sepa llevarla a cabo él solito, y debemos proporcionarle un refuerzo positivo cuando lo ha conseguido. Para mi el mejor refuerzo siempre es el "aplauso"(decir lo bien que lo han hecho y un besote) y realizar alguna acción compartida, evitando recurrir a objetos materiales. En el segundo ejemplo el refuerzo era que mamá jugaba un rato con él en la bañera, disminuyendo paulatinamente el tiempo, o de postre en la cena había algo rico.

Algo que recalco siempre que doy una charla para padres es que todo el cariño del mundo pero siempre con disciplina. Las madres y padres son los que guían y los niños obedecen. Nunca se deberían invertir los papeles y menos en edades tempranas. 

Lo que sí podemos hacer, por ejemplo, es ofrecer dos o tres opciones y que de esas elijan ellos. Por ejemplo, a la hora de la comida no son los peques los que deben elegir el menú, pero les podemos ofrecer las opciones de postre y que de esas escojan. Realmente si os fijáis estamos decidiendo nosotros pues hemos sido los que hemos puesto las opciones pero, ¿Acaso sabe un peque de nutrición? Bueno, ser obedientes siempre puede tener su recompensa, el chocolate también es un alimento sano en su justa medida. Una oncita no le puede hacer daño a nadie...

Lo mismo nos podría valer a la hora de vestirse. Muchas madres me comentan los problemas que aparecen en este momento. Pues del mismo modo: mamá manda y el niño obedece... vamos, mamá ofrece unas opciones y el niño escoge.

Los modales y valores es algo que debemos inculcar a nuestros niños desde que son pequeños, y además fomentarlo desde casa no delegar en la escuela. Hay que enseñar desde pequeños a saludar, a dar las gracias, el respeto a los mayores... pues algo tan básico si os fijáis se va perdiendo.

A los niños hay que enseñarles, con el ejemplo y guiando sus conductas, que cuando entramos en un lugar y hay gente decimos hola, aunque no conozcamos. Lo mismo con las gracias. Si nos hacen un regalo llamamos a esa persona para agradecérselo o le mandamos una nota-dibujo. Si vemos a una persona mayor le sujetamos la puerta. A un niño que le cuesta hacer una tarea podemos ayudarle. Si vemos que un compañero de clase que está siempre solo podemos invitarlo a nuestro cumpleaños.

En nuestro día a día encontramos cientos de momentos en los que educar en valores. No dejéis pasar ni una oportunidad.

Siempre que hacemos algo mal la solución más fácil es decir perdón. Bien, muy bien, eso y arrepentirse es el primer paso. Pero con los niños hay que ir un pasito más allá para que comprendan que lo que han hecho está mal,  empaticen y no repitan su falta.

Por ejemplo, si he pegado debo entender que eso hace daño al otro y se pone triste. Decir perdón es un instante, casi es una acción automática, pero reflexionar lo ocurrido, entender que la otra persona ahora se siente mal e intentar discurrir cómo pueden solucionar ese daño si que contribuye primero a desarrollar la empatía, y segundo a que progresivamente no se produzcan las mismas faltas.

Yo lo que siempre hago es intentar remediar el daño ocasionado. Para eso hay que conocer al niño, su edad, su forma de comprender las situaciones y también los gustos del otro.


En la primera lámina que os he puesto un niño ha pegado a su amiga en el parque. Después de entender lo que ha hecho y el daño que ha causado le ha ayudado a lavarse su carita, le ha pedido perdón, le ha comprado unos gusanitos con su dinero y ha compartido su amada bici.

En la segunda el niño insulta y pega a su madre por lo que le escribió una nota, le preparó un baño y le contó un cuento por la noche.

Como podéis ver deben ser cosas que les cuesten un sacrificio, vamos, que "piquen"un poco. 

A veces no ponemos a jugar con los niños y les cuesta seguir los turnos, acabando en una disputa entre participantes.La cosa se complica cuando ello juegan solos. Os propongo esta sencilla idea: dibujáis en un papel la cara de cada jugador o su nombre y colocamos cualquier pieza al lado de la persona a quien le toque. Fácil, ¿Verdad?  

Los que me conocen saben que no soy de las que opinan que nuestros niños se traumatizan y todas estas cosas que solemos escuchar al ser castigados. En la vida toda acción negativa tiene su respuesta también negativa y eso se debe aprender desde pequeño.Depende de la edad de una u otra forma, está claro. Un niño de un año tan sólo entenderá la palabra NO y una cara de enfado, por ejemplo, al ir a tocar algo que no debe (padres diplomáticos ahórrense discursos que no los comprenden), y en niños más mayores pues ya están capacitados para entender que todo actos puede tener su consecuencia. 

Lo primero siempre es poner límites, que cada niño sepa lo que puede o no puede hacer, hasta donde puede o no llegar. Una vez que esto lo tienen claro, y vamos que si lo aprenden rápido, es cuando de la misma forma tienen que aprender que si se salen de los límites establecidos habrá una consecuencia.

Eso sí, por favor, no se castiga por cosas normales de niños, por ejemplo, es normal que un niño pequeño explore el entorno y curiosee, que no controlen del todo la intensidad de su voz, o que entorno a los tres años digan constantemente que no a todo. Quiero decir, no se puede castigar por aquello que son conductas propias de los niños en ciertas edades. Tampoco debemos convertirnos en sargentos. Un término medio siempre es lo más adecuado. Sancionar cualquier conducta que consideramos no apropiada puede arruinar una infancia.

Los castigos eso sí deben de ser cortos, a ser posibles inmediatos y acorde con la falta cometida. Si un niño escupe en el suelo, que luego ayude a limpiar otra zona de la casa, si se porta mal en un lugar pues se abandona... pero por no ponerse las zapatillas al llegar a casa no le castigamos tres semanas sin tablet. 


Muchas veces nos ponemos al nivel de los niños para discutir con ellos como si volviéramos nosotros a la infancia. Mal hecho. Ya os he comentado que nosotros somos los que decimos cómo se hacen las cosas y establecemos los límites y ellos los que siguen nuestras normas y criterios.

Sin embargo sí existen momentos en los que debemos ponernos a su altura. Esto debe ocurrir durante el juego. Es en esos ratos lúdicos en los que servimos de ejemplo y guía en sus aprendizajes.

Enseñar, ser modelo, modificar, encauzar, colaborar con la creatividad sin miedo a parecer ridículos, tirarnos por el suelo, columpiándonos, disfrazarnos,jugar al pillar en un parque, hacer barro... Durante estos momentos de juego hay actividades compartidas, atención conjunta, se estrechan más los lazos y aumentan sus aprendizajes.


Una de mis frases favoritas es "El esfuerzo y la constancia vencerán a la ignorancia". Bueno, pues no está mal transmitir este mensaje a nuestros niños. Sin esfuerzo nunca hay recompensa, y para aprender el esfuerzo debe ser diario, constante, y no buscando como fin último sacar una buena nota, sino el poseer cultura. Enseñar a los niños la pasión por el saber, la curiosidad, el ser cada día mejores debería ser uno de nuestros objetivos como padres-educadores.